sábado, 8 de enero de 2011

El color del Sol

En física siempre afirman que es fundamental la elección del sistema de referencia. Las cosas no se perciben de la misma manera desde un punto de vista u otro, y elegir el sistema más conveniente puede ahorrar una infinidad de tediosas fórmulas matemáticas. Obviamente, un hecho es un hecho, y por más que las cuentas e interpretaciones de un fenómeno varíen según el sistema de referencia, cada observador debe ser capaz de obtener lo mismo que los demás haciendo las cuentas y transformaciones correctas. Creo a que esto se le llama intersubjetividad. Pero, como siempre, me estoy llendo del tema: yo quería hablar del color del Sol.

Por costumbre, todos nosotros sabemos que el Sol es amarillo. Esto no es cierto. Lo percibimos como amarillo, pero en realidad es blanco. Concretamente, en hexadecimal, el color del Sol es #FFF5F2. Este un ejemplo de como puede confundirnos el elegir un sistema de referencia inadecuado.

El color del Sol: #FFF5F2. Blanco con un ligero tono rosado. 

El Sol se ve amarillo desde la Tierra porque tenemos la atmósfera en medio actuando como un filtro. Para explicar cómo es esto, veamos antes unas pocas cositas sobre la luz y la atmósfera. No soy científico ni divulgador, pero acá voy. Pero advierto antes o que no pretendo ser detallista; como dicen en el genial blog El tamiz: antes simplista que incomprensible.

La luz está formada por ondas sinusoidales. La distancia entre dos máximos (o mínimos) consecutivos se denomina longitud de onda.

Onda sinusoidal.

La longitud de onda está relacionada con la energía de la onda: tanto menor sea la primera, mayor será la segunda. A su vez, la energía está relacionada con el color que percibimos: tanto más energética sea la onda, más azulado será su color. En caso contrario, tanto menor sea la energía, más rojiza se verá. Obviamente, hay más colores que el rojo y el azul en el espectro visible de la luz, pero es útil dividirlo en esas dos partes para facilitar las explicaciones.

Si bien el espectro visible está compuesto por todos los colores que vemos, se puede dividir en dos partes: el extremo azul y el extremo rojo.

La atmósfera está compuesta por una mezcla de moléculas gaseosas (78% nitrógeno, 21% oxígeno y 1% argón y vapor de agua), partículas de polvo, cenizas y cristales de hielo.

Sucede que cuando la luz blanca del Sol, que está compuesta por la mezcla de ondas de luz de todos los colores, incide en la atmósfera, las ondas chocan contra las moléculas que la componen. Si un objeto es mayor que media longitud de onda, está rebotará (se dispersará). En consecuencia, las ondas de longitud de onda más pequeñas que las las moléculas de la atmósfera quedan rebotando en ella. Estas son las ondas de color azúl, y es por eso que el cielo es azúl: veamos a donde veamos, estamos viendo algo de esa luz dispersada. También es así cómo la atmósfera nos proteje de los rayos UV, que son ondas de longitud de onda muy pequeña. A su vez, las ondas de longitud más grande, y de color rojizo, pasan sin problema a través de los obstáculos y llegan a nosotros. En otras palabras, la parte azul del espectro se queda en el camino mientras que la roja no, haciendo que el Sol se vea rojizo.

Observaciones:

  • Cuando hablo del color del Sol, obviamente me refiero al color en promedio de su superficie. La luz del centro, más energética que la de la superficie, es invisible a nuestros ojos.
  • Si alguna vez vieron que la luz de los proyectores del cine se ve azulada, se trata del mismo fenómeno. Las partículas de polvo en el aire dispersan la luz.
  • Si estás leyendo esto, Superman, no salgas volando al espacio: perderías tus poderes al dejar la atmósfera.

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