lunes, 20 de junio de 2011

Los cultos al cargo


Malanesia, un conjunto de islas de Oceanía compuesta por Nueva Guinea y otras islas menores, es el claro ejemplo de la Tercera ley de Clarke: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Y es que por estas tierras el choque entre dos culturas de distinto nivel tecnológico puede verse a simple vista en las distintas torres de control de bambú, aviones de madera, radios de cocos, hangares con techo de paja y pistas de aterrizaje de tierra creadas por los nativos. ¿Para qué hacen todo esto? Para obtener el cargo: las riquezas del otro de mundo robadas por el hombre blanco.

 

La locura de Vailala

Si bien no se sabe a ciencia exacta cuándo y cómo comenzó todo, una de las primeras descripciones detalladas de estos cultos al cargo provienen de comienzos de la década del '20 en un fenómeno conocido como Locura de Vailala (un nombre curioso, lástima que no hallé una buena explicación de su origen). Los nativos de Papúa Nueva Guinea habían observado cuidadosamente que los extranjeros blancos no trabajan la tierra ni cazaban, sino que recibían todo lo que necesitaban a través de enormes canoas metálicas. Evidentemente, sus dioses eran más bondadosos que los suyos, así que comenzaron con lo que se llama “la imitación al hombre blanco”. Si imitaban todos los claros rituales religiosos a los que los europeos se entregaban con asiduidad, como el tomar el té por las tardes, bailar o marchar de un lado al otro con el fusil al hombro, entonces ellos también serían bendecidos con el cargo. Y así lo hicieron: pintaron su cuerpo imitando uniformes militares, se sentaron a la hora del té en una mesa decorada con flores a beber quién sabe qué y marcharon con fusiles de bambú al hombro esperando que sus ancestros vinieran en barcos fantasmas a traerles el cargo.

Nativos que rinden culto a Felipe de Edimburgo
Los misioneros de Madang

En la costa de Madang, también en Papúa Nueva Guinea, se originó otro culto bastante interesante, deliciosamente relatado por Marvin Harris en su libro Vacas, cerdos, guerras y brujas(Yo me limitaré a dar un resumen, pero recomiendo seriamente que leas el libro si no lo has hecho ya: es de lectura imprescindible). Parece ser que los nativos aceptaron aprender el cristianismo de los misioneros con el fin de adquirir el “secreto del cargo”, es decir, averiguar de dónde sale y cómo obtenerlo. Sin embargo, ellos interpretaron la Biblia a su manera. Aprendieron como Dios le quitó el cargo a Adan y Eva, como bendijo a Noe un arca repleta de cargo y como Jesús volvería con cargo para los buenos cristianos. Ellos aprendieron y trabajaron duro, pero observaron que todo el cargo iba a parar a las manos de los misioneros y jamás a las suyas: habían sido engañados y se les había ocultado el secreto del cargo. Su interpretación fue la siguiente: Jesús había dado en un principio el cargo a los europeos, pero ahora quería dárselo a ellos. Los misioneros, molestos, se interponían y les robaban el cargo. En medio de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses que llegaron a Madang y expulsaron a las misioneros fueron vistos como libertadores, aunque estos luego se llevarían su comida y destruirían sus plantaciones. Luego los japoneses se fueron y volvieron los australianos, que les prometieron prosperidad a los nativos, pero estos, evidentemente, ya no confiaban en nadie. Para mostrarles la verdad sobre el cargo, los australianos llevaron a Yali, un profeta nativo, a que conocer “la civilización”. Si la idea era que Yali comprendiese que no había nada sobrenatural en el asunto, todo salió al revés. El profeta fue incapaz de comprender por qué aquella riqueza no estaba distribuida igual entre todos ni por qué algunos sin trabajar pueden tener todo el cargo que quisieran, mientras que otros, trabajando duro, apenas pueden disfrutar de él. Al volver a sus tierras, Yali comenzó su lucha para erradicar al cristianismo y a los misioneros y se convirtió en un importante líder espiritual.

El culto a John Frum

Si bien las últimas décadas la gran mayoría de los cultos cargo han ido desapareciendo, todavía hay algunos movimientos bastantes fuertes. El principal es el culto a John Frum, que surgió en la década del '40 en la isla de Tanna, en lo hoy se conoce como el archipiélago de Vanuatu. Sus fieles creen que él volverá a la isla en un avión enorme y repleto de cargo, trayendo consigo el paraíso a la tierra. La llegada de John Frum, hermano de Roosevelt, el Rey de America, es para ellos el nacimiento de una nueva época, en la que habrá cargo para todos; como casas prefabricadas, lavadoras, autos, y hasta mujeres rubias; no tendrán que trabajar y estarán libres de la opresión del hombre blanco.

15 de febrero: Día de John Frum

Este culto, claro está, fue impulsado por la llegado de los norteamericanos a la isla durante la Segunda Guerra Mundial. Ellos ya no llegaron en barcos como los ingleses o australianos, sino que lo hacían mediante aviones, los cuales, además, arrojaban cargo a la tierra. Así que los malanesios, continuando con su plan imitador, construyeron las torres, aviones, hangares y pistas falsas que mencioné al comienzo de esta entrada. En la actualidad, cada 15 de febrero se celebra en Tanna el Día de John Frum.

 

Los cultos al cargo melanesios no son los únicos movimientos de este tipo. Los antropólogos registran unos diez mil movimientos similares en África, quinientos en Filipinas, doscientos en Corea y cien en América latina. Claro que si consideramos que la naturaleza y el universo son las máquinas más avanzadas y complejas que conocemos y que la ciencia, la única herramienta que disponemos para su estudio, es bastante reciente, entonces veremos que esa gran cantidad de misticismos y psudociencias que nos encontramos a diario no son más que cultos al cargo (el genial Richard Feyman tiene su opinión al respecto). Sólo difieren en que entienden por cargo.

 
Dawkins cuenta la historia de los cultos al cargo. Partes I y II.




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